Rapela Enrique
Ilustrador e historietista argentino, nació en Mercedes - Buenos Aires el 19 de abril de 1911 y falleció en febrero de 1978.
Vive la niñez en los campos de sus mayores, en contacto directo con la tierra y en estrecho vínculo con lo autóctono, conociendo entonces de primera mano -sin intermediarios-, la vida del hombre de campo, la de aquel en que aún latía el mismo resabio gaucho que Güiraldes supo captar y transmitir en su “Don Segundo...”
Cursados sus estudios primarios en San Isidro (donde ya descollaban sus dibujos escolares), y secundarios en los Colegios San José e Internacional de Olivos (ambos en Bs. As.), se dedica a la administración del establecimiento “La Carolina” en Roque Pérez, campo propiedad de su madre y que había pertenecido a su tío abuelo, el Dr. Roque Pérez.
Esa experiencia en el campo que lo llevó a codearse con hombres y paisajes, lo subyugó al punto de dedicarse en adelante y por toda la vida, a volcarla a la tela y el papel, ya sea como dibujante, acuarelista, escritor y/o guionista, defendiendo desde todos los vértices, la veracidad y autenticidad de la vida de la campaña, del gaucho y sus costumbres, mundo éste que no siempre contó con el visto bueno de muchos “ilustrados”, de allí la necesidad de una defensa esmerada y veraz para una difusión necesaria y creíble.
Autodidacta en el más amplio sentido de la palabra, recibió en la sangre el indudable influjo creador que por rama materna heredó de célebres artistas catalanes, mientras que por vía paterna sustentó un sentimiento de argentinidad gestado tras muchas generaciones nacidas al amparo del suelo patrio.
Digamos que su vida artística tiene una extensión de 40 años, si contamos su inicio a partir de 1937, cuando por vez primera expone acuarelas de su autoría en la Galería Viau y Zona.
Transcurriría muy poco tiempo hasta que el artista daría un paso fundamental y muy particular, que brindaría un especial rasgo a su trayectoria: nos referimos a la creación de la historieta gaucha, cuando con su “Cirilo El Audaz” comienza en 1939 y desde las páginas de La Razón, a transitar las huellas de aventuras y desventuras criollas, ciclo que en forma ininterrumpida se extendió hasta 1944.
Pero el genio creador de Rapela no se contentaba con pinturas e historietas, y es así que en 1945 aparece con prólogo del jurisconsulto y folclorista Oscar Meana, la primera edición de su didáctica obra “Cosas de Nuestra Tierra Gaucha”, trabajo que reedita corregido y aumentado, en 3 volúmenes y bajo el título de “Conozcamos lo Nuestro”, la Editorial Cielo Sur (por él creada en 1968), en diciembre del ’77, abril y julio del ’78. Obra ésta que se ha transformado en infaltable libro de consulta de cualquier biblioteca que de argentinista se precie.
Y a la creación de su primera historieta han de sumarse: “Cirilo el Argentino” (en 1963, para Ed. Columba), “El Huinca” (1964, para Ed. Dante Quinterno), y “Fabián Leyes” (1965), siendo éste -su hijo mimado- publicado por La Prensa en forma continuada durante 6 años, y luego hasta su fallecimiento, en tiras dominicales.
Pero valga decir también que sus historietas fueron reproducidas por los diarios: “Nueva Provincia” (Bahía Blanca), “La Capital” (Mar del Plata) y “Crónica”, entre otros, y así también como revista que conoció distintos formatos, por la ya citada Ed. Cielo Sur.
Por cierto que hablar de Enrique Rapela, más que para una semblanza da para escribir un libro, pero sintetizando una prolífica vida, digamos que obras de su firma se encuentran en los Museos de Luján, Roca y Dolores -en nuestro país-, y en el Museo de New York, en EE.UU.
Su carrera se inició con una exposición, y a la misma podemos agregar: Galería Van Riel (años 1946, 49 y 54), Galería Picasso “Salón Columba” (1954), Galería Argentina (años 1969 y 72, en la segunda ocasión con presentación de D. Adolfo Güiraldes), Municipio de S. A. de Areco, Bibl. Nacional de San Nicolás y Municipalidad de Cnel. Dorrego (todas en 1972), Manzana de las Luces y Casa de Jujuy, ambas en Capital Federal (1975), San Carlos de Bariloche (1977)
También expuso en 1956, en New York, en la Galería Kennedy, en un salón de pintura gaucha organizado por el Instituto Hispano-Americano, entidad que dirigía ese enamorado de las culturas de a caballo, y por que no, fanático del gaucho que se llamó Edward Larocque Tinker. Allí compartió espacio junto a Tito Saubidet, E. Castells Capurro, Alberto Güiraldes y W. Melgarejo Muñoz.
Sus claros y definidos trazos gauchos también se prestaron para ilustrar libros como “Antiguas y Modernas Supersticiones del Río de La Plata”, de Nicolás Granada; el Fausto, de Estanislao del Campo en su traducción al inglés; las obras del escritor cordobés Hugo Wast, para Ed. Columba; el Martín Fierro en su versión al esperanto, por encargo de la UNESCO; el libro del Cnel. Juan C. Walter sobre la campaña al desierto, etc..
Importantes compañías nacionales y extranjeras engalanaron sus nombres con las pinturas del artista que llegaron así hasta el pueblo en forma de almanaques, tarjetas y hasta en cajas de fósforos. Así podemos decir que realizó: acuarelas sobre historia de las danzas y también antiguas postas, para la empresa West India Oil Co. S.A. Petrolera Argentina (1947); 6 acuarelas sobre el gaucho por zona y época, para General Motors (1950); 4 acuarelas para la firma Legión Extranjera (1956); varias acuarelas para los almanaques de Cooper S.A. (1961/62); 20 acuarelas para la Compañía General de Fósforos, tipificando el gaucho, y otra serie sobre “Los Pregoneros del Buenos Aires Antiguo”; ilustra los almanaques de Deca-Deutz ICSA (1963/4/6), etc.
También que premiando su labor costumbrista, en octubre de 1968 fue distinguido con La Flor de Cardo que le otorgara la Fiesta de las Llanuras de Cnel. Dorrego.
¿Qué no fue el artista sino un gaucho? Sin duda alguna un GAUCHO con mayúsculas y con todas las letras, que ha legado una obra impresionante testimoniada -y esto es lo importante- en muchos hogares argentinos, en libros, almanaques, reproducciones, y como ya dijimos, hasta en cajas de fósforos.