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GRANDES ILUSTRADORES de CARAS y CARETAS
Museo Casa Natal de Fray Mocho
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Artistas
 
GRANDES ILUSTRADORES de CARAS y CARETAS

          

 

 

Grandes Ilustradores de Caras y Caretas 

en el Museo Casa Natal de Fray Mocho

 

La muestra pertenece al “Museo de la Ilustración Gráfica”, de Buenos Aires y se podrá visitar de miércoles a domingos de 9:00 a 12:00 y de miércoles a sábados de 15:00 a 18:00, con entrada libre y gratuita.

 

 

 

Muestra virtual 
 
 
 
GRANDES ILUSTRADORES de CARAS y CARETAS
 
 

 

Curaduría :  Hugo Maradei y Gonzalo Cadenas

Imágenes y Videos :  Nicolás de Brun

Obras de la Colección MIG

 

ENLACE A LA MUESTRA

 

 PRESENTACIONES

 

Consideramos un gran honor participar en la inauguración de este nuevo espacio cultural: el Museo Casa Natal de Fray Mocho en la ciudad de Gualeguaychú, Entre Ríos, que recuerda a este importante escritor de principios del siglo XX y que a su vez fue uno de los creadores de la decana de las revistas argentinas, como lo es la revista Caras y Caretas.

Este semanario ve la luz el 8 de octubre de 1898, siendo definido por sus creadores como 'festivo, literario, artístico y de actualidad'. En su primera etapa, mantiene una vigencia de 40 años. Por él desfilan, ya sea como integrantes del staff permanente o como figuras invitadas, muchas de las firmas más relevantes de la época. Este hecho es avalado por la obtención por parte de algunas de ellas, de los máximos galardones en los Salones Nacionales de Artes Plásticas.

MUSEO de la ILUSTRACION GRAFICA

 

 

 

ILUSTRADORES de CARAS Y CARETAS

Estas ilustraciones de grandes dibujantes de Caras y Caretas nos permiten ver un momento excepcional de la historia de la industria gráfica en la Argentina, en su clásica alianza con la escritura periodística y la lectura de masas.

No es posible imaginar el mundo moderno sin esta relación, que por un lado anticipa al cine, y por otro lado, lo acompaña desde un género que puede desaparecer o ser superado.


Las palabras buscan las imágenes y estas no dejan de reclamar esa comunión que a veces ellas suplican y muchas veces aborrecen.  Por eso, ni siquiera en la cinematografía más reflexiva se logra la fusión última y no residual entre texto e imágenes.
 
Así, esa fisura insuperable la que supervive en las grandes revistas –como lo fue Caras y Caretas- y hasta hoy sostiene las aventuras de un género antiquísimo, el dibujo, en su vocación de convertirse en el arte de la compleja y atropellada ciudad contemporánea. 
 
Pero no cualquier tipo de dibujo.  En este caso se trata de un estilo que hereda largamente la manera alegorista y no se priva de conjugar las crispadas síntesis  del caricaturista con las fórmulas tradicionales de la alegoría.

Eran imágenes con palabras, que en la candorosa intención de explicar los conflictos y tragedias de la realidad histórica, revelaban hasta que punto la imaginación ilustradora ahondaba los grandes temas del ensayo y la crítica social de una manera que hoy nos parece deliciosa y al mismo tiempo absolutamente actual.
 
Horacio González 
Para el prólogo de la muestra "Ilustradores de Caras y Caretas"
Realizada con obras de la Colección MIG
Biblioteca Nacional - 2004
 
 
 

Los DIBUJANTES del ARMARIO

En la casa de mis abuelos y en la cual yo había vivido con mis padres hasta los 5 años (después nos mudamos a una casa propia),  había un cuarto, el último de una típica casa chorizo, que era el más interesante para mí. Allí, mi tía Mercedes hacía su trabajo para la Casa Grimoldi, famosa fábrica de calzado de aquellos tiempos,  pero además se encontraban, cuidadosamente apiladas en un armario, el máximo tesoro de esa vieja casa.  

Hablo de la colección de la revista "Caras y Caretas" que había pertenecido a mi abuelo y que ellas, mis tías, atesoraban como herencia o recuerdo de ese viejo atorrante que fue mi abuelo paterno.

Cuando descubrí las ilustraciones de "Caras y Caretas", el mundo cambió para mí.  Después de mudarnos, siempre hacia una visita a la casa vieja,  Estaba a sólo una cuadra,  concretamente al cuarto de tía Mercedes para mirar cuidadosamente las antiguas revistas una y otra vez. Pasaba horas enteras antes o después de la escuela estudiando esas escenas costumbristas de Buenos Aires, esos generales de la primera guerra mundial, esas caricaturas hechas aparentemente sin esfuerzo y con tanta maestría. 

"Adonde vas?"- preguntaba mamá cuando salía de casa. "A mirar a los dibujantes del armario"- contestaba yo harto de decirle siempre lo mismo. Años después, mis tías se apiadaron y me las regalaron. Antes de cumplir los diez, ya podía reconocer sin problema alguno, con tan sólo darle una ligera mirada, al autor de tal o cual ilustración.  Me había convertido en un experto porque una de mis mayores preocupaciones había sido reconocer y memorizar las firmas de los autores, esos tipos prodigiosos que habían podido concebir semejantes maravillas. 

Pero, de dónde habían salido semejantes artistas?  Por gracia de quien se habían juntado todos allí?  Bueno, ése era el mérito de "Caras y Caretas", ser una revista ilustrada.  Algo que ya no tenemos. Porque a pesar de que también contenía fotografías, y en gran cantidad, las estrellas eran los ilustradores, esos grandes artistas  cuya conexión con el arte de los pintores de galería nunca fue tan evidente como en ése momento, y que además podían travestirse de caricaturistas o humoristas sin que se resintiera en ningún momento la solidez del dibujo, la elegancia del estilo o la frescura del color.  

Jamás el arte de la pintura fue tan democrático como en ése momento, por compartir con un público general materiales de complejidad estética superior,  como nunca antes había ocurrido y como no volvió a ocurrir después.

Muchos años después y habiendo incorporado a mi experiencia visual a centenares de ilustradores, humoristas, historietistas y caricaturistas a través de miles de publicaciones, y tras haber recorrido el mundo de la plástica con la guía de la academia de bellas artes, siempre vuelvo a las páginas reveladoras de "Caras y Caretas", buscando en los maestros mencionados la solución a mis problemas estéticos.

Supongo que es algo parecido a lo que otros hacen con la Biblia, tratando de resolver el misterio divino. Estos artistas, junto a otros dedicados a la gráfica, aún esperan reconocimiento. Ya es hora que salgan del armario para que los ilumine la luz del día.

Carlos Nine 
Para el prólogo de la muestra "Bicentenario: 200 años de Humor Gráfico"
Realizada con obras de la Colección MIG.
Museo Eduardo Sívori - 2009

 

 

 
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