Ferro, Eduardo (Yayo)
Dibujante argentino nació en Avellaneda - Pcia. de Buenos Aires el 19 de agosto de 1917, falleció en Quilmes el 4 de marzo de 2011,
bautizado como Eduardo Ferro, para todos sus colegas y amigos, fue, es y será siempre “Ferrito”. El diminutivo testimonia el cariño que este decano del humor argentino se supo ganar.
A lo largo de su extensa vida profesional fue ilustrador, historietista, humorista y escritor.Debutó a los dieciséis años y –justo él, que es más argentino que el tango– lo hizo en la revista El Purrete, del periódico Buenos Aires Herald.
Gran amante del fútbol, su segundo trabajo fue un personaje ligado a este deporte: “Don Pitazo”, que apareció en la revista La Cancha.
Después llegarían los trabajos consagratorios, ya en las publicaciones de Dante Quinterno: Patoruzú Semanal –en la que también firmó trabajos con el seudónimo “Yayo”– el Libro de Oro de Patoruzú y Patoruzito, donde nacieron algunos de sus grandes personajes, como “Langostino”, “Bólido”, “Tara Service”, “Pandora” y “Pampa Bárbara”, entre otros.“Langostino”, aquel marinero vestido con camiseta rayas, único navegante de su barquito “Corina”, visitó países increíbles como Futbolia o Sincerilandia y fue el personaje predilecto de su creador: “Lo elijo porque tiene cuerda. Si le armo una historia puedo interesar a los chicos de hoy”, ha dicho.
De hecho, en 1999 creó una nueva aventura en cuatro páginas para ser publicada en la revista dominical de La Nación.Durante años y para muchas de esas revistas, Ferro creó una enorme cantidad de chistes de tapa.
Además, dirigió ocasionalmente Patoruzú.
Ya en los cuarenta, y en el diario La Razón, comenzó a dibujar otro de sus personajes famosos: el buzo “Chapaleo”, que se hizo conocido en toda América Latina.
Desde 1983 y durante doce años transmitió sus conocimientos a las nuevas generaciones como profesor de Humor Gráfico en la Escuela de Dibujo de Carlos Garaycochea, tarea que le gustaba “con locura”, como él mismo confesó.
En 1988 la Editorial Hyspamérica publicó una compilación de sus mejores personajes, reunidos en el libro 'Lo que el viento devolvió', uno de los pocos que Ferro editó a lo largo de su carrera.
Si bien su carrera estuvo lejos del brillo y la notoriedad que obtuvieron algunos de sus colegas, finalmente logró algunos de los reconocimientos que largamente merecía.
En el 2004, casi trescientos dibujantes argentinos lo homenajearon de un modo singular: redibujando –cada uno con su estilo– las quince primeras páginas de la historieta “Langostino”, a partir de su guión original.
La muestra, donde fue declarado por sus pares “Maestro de Maestros”, tuvo lugar en el Centro Cultural Recoleta y allí Ferro pudo palpar el cariño que su trabajo y su ternura habían despertado en sus pares y el lector en general.
En octubre de 2006 recibió el Premio Iberoamericano de Humor Gráfico “Quevedos”, auspiciado por la Universidad de Alcalá de Henares y el Ministerio de Cultura de España, este importante galardón, que se entrega en forma bianual, distingue a humoristas gráficos españoles e iberoamericanos, cuya obra haya tenido especial significación social y artística. “Desde el chiste gráfico de una sola viñeta hasta la historieta humorística más sofisticada, Ferro pone en poético manifiesto las virtudes y defectos del ser humano en particular y de la sociedad en general”, dijo el jurado español (integrado, entre otras personalidades, por el famoso humorista gráfico español El Roto), al fundamentar el premio.Ferro.
Ferro declaró elegir al “Inodoro Pereyra” de Fontanarrosa como la mejor historieta argentina de todos los tiempos.