Freixas Baleito, Carlos
Dibujante e historietista español, nació en Barcelona el 31 de octubre de 1923 y falleció en la misma ciudad el 26 de noviembre de 2003.
Estudió dibujo en la Escuela de Bellas Artes de San Jorge, en Barcelona, y muy joven ingresó como aprendiz en un taller de escenografía.
Sus primeros paso como ilustrador fueron guiados por Emilio Freixas, según él mismo recordaba en las páginas de Xanadú: «Me inicio en el arte del dibujo bajo la dirección de mi padre, cuando cumplo los 14 años. A los 16, aún no terminada la Guerra Civil española, ingreso en un taller de escenografía donde me perfecciono en perspectiva, composición y colorido.» De su padre heredó la mano suelta para el dibujo y el dominio del movimiento, y con él comenzó colaborando en la revista Lecturas y en las populares láminas que se servían como Lecciones de dibujo artístico. Ya en Lecturas # 207 (de 1942), donde ilustra los relatos "La Revancha", de Binet Valmer, y "La muerte de mi doble", de José Mª Salaverría, Carlos se demuestra fiel discípulo de su padre y también toma cosas de Bocquett. De esa amalgama de influencias quiso surgir un dibujante elegante y de plumada larga, pero que no alcanzaría el carácter etéreo y el idealismo ilustrativo de Emilio Freixas.
También de la mano de su padre entró Carlos en la editorial Molino, en 1939, para realizar ilustraciones y portadas de libros (como Marujita, de 1942). Por entonces el amor por la historieta les pudo a ambos y, con el concurso de Angel Puigmiquel, fundaron su propia publicación de historietas, Mosquito, en 1944. Bajo ese sello se agruparon los seriales "El Capitán Misterio", de E. Freixas, "Pepe Carter", de Puigmiquel y el primer personaje de Carlos, "Pistol Jim", que tras fracasar por una mala distribución llevaría a las páginas de Gran Chicos y, más tarde, a la revista de editorial Plaza El Coyote. En esta última publicación, según comentaba Luis Gasca, las páginas de "Pistol Jim" aparecieron reproducidas alternando color y blanco y negro «y por imperativos de montaje, Ediciones Cliper encargó a Tomás Porto la ilustración de unas viñetas complementarias que venían a sustituir las cabeceras de cada página. El trabajo de Porto con un estilo totalmente opuesto, dañó considerablemente a la calidad de la historieta».
El estilo desarrollado por Freixas en Pistol Jim es memorable, posiblemente el más suelto de toda su producción, lo cual juzgaba Luis Gasca con estas palabras en 1969: «Su estilo unía con acierto la línea ágil y dinámica de su padre, junto con una notoria admiración por Alex Raymond, particularmente en los tipos femeninos, todo ello con un vigor muy "americano" y eficaz». Y el mismo Carlos lo refrendaba con estas declaraciones hechas en Argentina a E. Lipszick: «No soy un aficionado de la línea, más bien de la "atmósfera". Busco en el dibujo, captar el sentido dramático más que lo decorativo. Me interesa la acción, la vida, la soltura en las figuras.» Esta actitud alejaba a Carlos del decorativismo preclaro en la obra de su padre Emilio. De hecho, es por entonces que, sobre todo en sus obras para Chicos, el hijo de Emilio Freixas adopta la firma Carlos Balito con intención de separar su nombre del de su progenitor, lo cual también prosigue haciendo en lo estético, alejándose de la línea exquisita de su padre y adoptando un estilo más fosco en sus producciones posteriores fuera de España.
Oportuna fue, pues, la oferta que le hiciera a Carlos editorial Molino en 1947 para que trabajase en su división argentina. Atravesó el océano y tras fijar su residencia en Buenos Aires, ya desde su primera obra (publicada en Patoruzito, en 1947), su trabajo limpio y aseado caló entre el público argentino. Sobre todo por sus colaboraciones con Alberto Ongaro, quien escribió para él "Drake el Aventurero" (con destino a Misterix), y por sus dibujos bajo guiones del gran Héctor G. Oesterheld, con quien trabajó en "El Indio Suarez" (para Rayo Rojo). En Drake, según ha comentado Rosales, «su dibujo era suelto, metido en la línea oscura, con negros plenos sombreando, sugiriendo; en El Indio su estilo se vuelve más depurado, más limpio, preciso, aunque sin abandonar del todo la mancha que roza con la pintura».
También fue Carlos Freixas autor de "Darío Malbrán psicoanalista" para la revista Aventuras, una serie desarrollada en el ambiente de Buenos Aires y para la que su autor tomó toneladas de apuntes del natural paseando por las calles bonaerenses y empapándose del ambiente porteño. Colaboró con las editoriales Codex y Sopena y con Dante Quinterno en la mítica Patoruzito, para la cual desarrolló la serie ambientada en el mundo del boxeo "Tucho, de canilla a campeón". También dibujó aventuras detectivescas ("Elmer King"), de héroes del automovilismo ("Juan Manuel Fangio" y otros deportistas del momento) e hizo muchas ilustraciones para las revistas Leoplán, Maribel y Chabela, y portadas en color para libros infantiles de la editorial Codex; asimismo, lo intentó con la publicidad. Se codeó con Salinas, Joao Mottini, Breccia, Hugo Pratt, Albistur, Raul Roux, Premiani, y acudió con frecuencia a la Escuela Panamericana de Arte, lugar de reunión de los anteriores que departían bajo la «égida» de Enrique Lipszick. De hecho, Carlos impartió algunas clases bajo su dirección y formó parte del llamado "Grupo de los 12 Famosos Artistas de la Escuela Panamericana de Arte" (según Rosales) integrado por Breccia, Pratt, Claro, Vieytes, Borisif, Pereira, Luis Domínguez, Narciso Bayón... Mediada la década de los cincuenta, Carlos llegó a acariciar el sueño de ser editor, concretamente de cuentos infantiles que pretendía ilustras al lado de Nazar Halebian, socio en la empresa y también ilustrador.
Aunque ya era una figura conocida en la profesión, llegado 1956 Freixas tomó la decisión repentina de abandonar la Argentina: dejó de dibujar "Drake" tras la desaparición de Misterix, dejó "El Indio" en manos de Carlos Cruz, otro español inmigrante, y, en un «ataque de añoranza» tomó un barco para Barcelona en noviembre de 1955.
Llegado a España, aparte de seguir colaborando con su padre en la elaboración de láminas de dibujo, se integró en Bruguera para algún trabajo circunstancial (Bolsilibros, 1955), pero sobre todo entre los profesionales de Creaciones Ilustradas, que distribuyó casi todas sus viñetas para Inglaterra a partir de 1956 (en publicaciones como Valentina, Marilyn, Bounty y otras de IPC). Según Tadeo Juan, colaboró sin firma en «todas las producciones de Emilio Freixas» desde 1960 y en solitario tan sólo preparó el libro editado por Sucesor de E. Meseguer: El dibujo a pluma (1967). Destaca su colaboración, en 1975, con el editor Juan Martí Pavón para la revista Chito, donde se hizo una hermosa remembranza de la carrera de su padre Emilio, y, luego, su trabajo para Bruguera: la adaptación al cómic de la obra de Joseph Conrad Gaspar Ruiz, para algunos su mejor obra si bien no pudo ser apreciada debidamente por el público dada su pésima edición.
En los años ochenta siguió trabajando para Bruguera, hizo algunos trabajos de carácter meramente alimenticio e incluso llegó a dibujar historietas de terror. Durante la parte final de su carrera como dibujante elaboró historietas para Estados Unidos, Holanda y Suecia, dedicándo casi en exclusiva los últimos años de su vida a la revista Tina (Bardon Comics). A la muerte de su padre, continuó su labor de ilustración de láminas y libros.
Fue un buen artesano de la historieta, eficaz, capaz de hacer una narrativa útil, que según las influencias que recibía y asimilaba llegó a dar obras destacables; y siempre fue amable y educado.